El sector hortofrutícola desempeña un papel esencial en la economía y en el abastecimiento alimentario a nivel nacional e internacional.
Día tras día, miles de personas trabajan en la producción, manipulación y distribución de frutas y hortalizas, un entorno que combina exigencia física, contacto con productos químicos y exposición a condiciones ambientales extremas.
Sin embargo, no siempre se pone el foco en lo más importante: la prevención.
Por ello, en este artículo analizamos los riesgos laborales más frecuentes en el sector hortofrutícola, los EPI que no pueden faltar y las claves para aplicar una estrategia de prevención eficaz que garantice la seguridad laboral y el bienestar de los trabajadores.
¿Qué abarca el sector hortofrutícola y por qué es tan exigente?
El sector hortofrutícola comprende todas las actividades relacionadas con el cultivo, recolección, manipulación, envasado, almacenamiento y distribución de productos hortícolas y frutales.
Y abarca desde pequeñas explotaciones hasta grandes cooperativas o empresas exportadoras.
Aunque se asocia tradicionalmente con el ámbito rural, su peso industrial y logístico es incuestionable.
Este sector se caracteriza por:
- Alta estacionalidad: la mayoría de actividades están concentradas en campañas intensivas.
- Trabajo manual y repetitivo: cosechas, selección, limpieza o envasado se realizan en gran parte a mano.
- Exposición ambiental: muchas tareas se desarrollan al aire libre, en invernaderos o almacenes poco climatizados.
- Uso de maquinaria y productos químicos: desde carretillas elevadoras hasta tratamientos fitosanitarios.
- Diversidad de entornos laborales: campo, almacenes, cámaras frigoríficas, zonas de carga y descarga.
Y estas características convierten al sector hortofrutícola en un entorno de alto riesgo si no se cuenta con una estrategia de protección adecuada.
Riesgos laborales en el sector hortofrutícola
La seguridad laboral en el sector hortofrutícola debe tener en cuenta una amplia gama de riesgos que afectan tanto a la salud física como a la capacidad operativa de los equipos.
Vamos a profundizar en algunos de los riesgos más relevantes asociados al sector:
- Riesgos ergonómicos: muchas tareas se realizan en posturas forzadas o requieren movimientos repetitivos, lo que favorece la aparición de lesiones musculoesqueléticas (lumbalgias, tendinitis, síndrome del túnel carpiano, etc.). La manipulación manual de cargas también es muy frecuente.
- Exposición a productos químicos: el uso de pesticidas, fertilizantes y desinfectantes sin la protección adecuada puede provocar intoxicaciones, irritaciones o alergias. Además, muchos trabajadores no reciben formación específica sobre estos riesgos.
- Condiciones climáticas adversas: tanto el frío en cámaras frigoríficas como el calor extremo en invernaderos o durante la recolección pueden suponer un riesgo grave para la salud, incluyendo golpes de calor o hipotermias.
- Riesgos mecánicos y de transporte: el uso de herramientas de corte, maquinaria agrícola o carretillas puede provocar accidentes por atrapamiento, cortes o atropellos si no se utilizan los EPI adecuados y protocolos de seguridad.
- Resbalones, caídas y golpes: ya sea por suelos mojados, superficies irregulares, falta de señalización o espacios reducidos en almacenes y cámaras.
- Riesgos biológicos: en tareas con frutas o verduras en descomposición o en zonas con presencia de roedores, bacterias u hongos.
La falta de formación específica y de cultura preventiva en algunas explotaciones o empresas del sector agrava la exposición a estos riesgos, que suelen estar normalizados o infravalorados.
EPI indispensables en el sector hortofrutícola
Para mitigar todos los riesgos en los que acabamos de profundizar, es fundamental contar con una dotación de Equipos de Protección Individual (EPI) adaptada a cada puesto de trabajo y tipo de actividad.
Así que, a continuación, detallamos los EPI imprescindibles para el entorno hortofrutícola:
- Guantes de protección: deben ser resistentes al corte, la abrasión y los productos químicos. Existen modelos específicos para la manipulación de alimentos, el uso de herramientas o la aplicación de fitosanitarios.
- Mascarillas y protección respiratoria: especialmente necesarias durante la aplicación de pesticidas o en zonas con polvo, vapores o gases. Según el riesgo, se debe optar por mascarillas FFP2/FFP3 o equipos de protección respiratoria más avanzados.
- Calzado de seguridad: clave para evitar caídas en zonas húmedas, cámaras de frío o áreas de lavado. Deben contar con suela resistente, puntera reforzada y buen agarre.
- Gafas de protección o pantallas faciales: esenciales frente a salpicaduras químicas o polvo en suspensión. También son recomendables durante el uso de maquinaria de corte o pulverización.
- Ropa de trabajo adecuada: ligera y transpirable en verano, térmica en invierno, y siempre con tejidos resistentes y cómodos. Existen modelos con protección química o propiedades ignífugas.
- Chalecos reflectantes o ropa de alta visibilidad: indispensables en zonas de carga, descarga o circulación de maquinaria.
Por supuesto, todos estos EPI deben estar correctamente homologados, ser revisados periódicamente y sustituirse cuando presenten signos de desgaste.
Además, es importante saber comprar los EPI adecuados para cada labor, teniendo siempre en cuenta aspectos importantes como el tipo de riesgo del que debe proteger, la durabilidad, las normativas vigentes y la comodidad del usuario.
Cómo implantar una estrategia de prevención eficaz en entornos hortofrutícolas
Es importante aclarar que la implantación de una cultura de seguridad laboral en el sector hortofrutícola no debe limitarse al uso de EPI.
Debe formar parte de una estrategia global de prevención que incluya:
- Evaluación de riesgos específica: analizando las tareas de campo, manipulación, transporte y almacenaje, y adaptando la protección a cada puesto.
- Formación continua: en el uso y mantenimiento de EPI, pero también en normas de higiene, protocolos de evacuación, primeros auxilios y ergonomía. Es especialmente importante formar al personal eventual o de campañas.
- Supervisión activa: designar responsables de seguridad que verifiquen el uso correcto de los EPI, el estado de los equipos y el cumplimiento de los protocolos.
- Protocolos documentados: que incluyan procedimientos ante emergencias, limpieza de equipos, uso de productos químicos o manipulación de maquinaria.
- Comunicación eficaz: con señalización visible, instrucciones claras y disponibilidad de EPI en lugares estratégicos.
- Adaptación a las condiciones climáticas: ajustando los horarios y los turnos en función de las temperaturas, y proporcionando ropa adecuada.
Una estrategia preventiva bien implantada reduce accidentes, mejora el clima laboral, la productividad y la reputación de la empresa.
La importancia de la seguridad laboral en el entorno hortofrutícola

Incorporar la seguridad laboral como eje estratégico en el sector hortofrutícola no es una opción, es una necesidad.
La prevención, además de proteger a los trabajadores, también evita parones de producción, sanciones legales o costes derivados de bajas laborales.
Además, un entorno de trabajo seguro y saludable mejora la retención de talento, refuerza la imagen de marca y es cada vez más valorado por los clientes, distribuidores y certificadoras de calidad.
Hoy más que nunca, proteger al equipo es proteger el negocio.
Es una inversión, primero en salud y después en rendimiento.
El trabajo hortofrutícola es una actividad esencial, pero, como ya hemos matizado, también físicamente exigente y expuesto a múltiples riesgos.
Por eso, en ITURRI trabajamos para que cada trabajador, desde el campo hasta el almacén, cuente con la protección adecuada para realizar su labor con seguridad, confianza y eficiencia.
Y ponemos a tu disposición una gama completa de EPI, seleccionados y diseñados para soportar las condiciones reales del día a día en campañas agrícolas, invernaderos, centrales de manipulado o zonas logísticas.